sábado, 10 de octubre de 2015

Un sábado más sin prever.

Le doy vueltas al asunto. Sí. Siento una enorme vergüenza por mi situación. Al igual que en la novela El Proceso, parece que es lo único que sobrevive.
Me levanté hoy sin ganas de hacerlo, sábado a las 8 y catorce de la mañana viendo al chico de las noticias de telefórmula, que sabrá su chingada madre cómo se llama y ya dirá el chico TEC o la gente que me ha tocado en las entrevistas de trabajo ¿ése quién es?
 
Y pensé que el día no iba a acabar, y pensé que no tendría fuerzas de escribir estas líneas. Pero al menos sí terminó el día. No acabó bien pues no alcancé a comprar un Maruchan bol en Arteli. Pero al menos parece que hay tantito que puede salir bien. No le llamé a Paco y a Marco le espera un mensaje de mi recién estrenado Skype. Y espero mañana, mañana.
Y espero encontrar algo de trabajo, pues a esta profesión hay que sacarle algo, y sí se puede nomás que no dejan. Sí se puede, ya lo dijo Mario, la ambición es el límite de lo que puede uno lograr.
Pero por lo pronto hoy, tendré que aguantarme las ganas de mi Maruchan bol.

1 comentario:

  1. Juan:

    Lo de la ambición es opcional; primero puse la voluntad, el querer, el desear, pues se trata de elegir entre ser un arquitecto independiente o ser un empleado más en una gran empresa.

    Ya te agregué al Skype.

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