968. Jueves 28 de enero de 2021.

 A veces quisiera escribir un libro así como El Espejo Enterrado de Carlos Fuentes, no tanto para publicarlo, sino para tenerlo en cuenta siempre. Recurrir a él y abrirlo cuando sea necesario. Sí hace me hace falta eso que Fuentes llamaba una biografía de la cultura propia. Sea para seguir creciendo como persona o como defensa personal. Tengo muchas experiencias que compartir y muchos pasajes de mi vida académica y profesional que narrar. No en balde he llevado más materias que la gran mayoría de la gente. En algunos pasajes tengo una nebulosa, no puedo recordar. En otros, los tengo vívidos, como si hubieran pasado hace ocho días y ya han sido años. Nombres como Prolamsa, Vector, Hylsa, de gente que me ha abierto las puertas de estas organizaciones, aunque bueno, en el último caso, en Hylsa, no se me abrieron las puertas a sus oficinas sino a una personalidad, una forma de ser. Fue un ejecutivo de esta empresa, un gran hombre de una inteligencia privilegiada y al mismo tiempo muy tímido e improvisador. En cualquier otra persona, las dos últimas características que menciono fueran tal vez obstáculos, pero en él, eran parte de su gran calidad como presentador y conversador. Jamás funcionará eso en mí. Faltan experiencias personales, geográficas, laborales, situacionales, tal vez literarias todavía. La historia de mi vida son muchas cosas, un puñado tal vez, y todas confluyen a lo que a veces se desea de mí. Mi gran dificultad es no haber podido recordarlas en el momento adecuado, lo que estoy convencido es la diferencia entre un logro laboral y mi situación actual. Pero lo tengo que lograr. Así será.