Es la Ciudad, así con mayúsculas. Hoy hice un pequeño viaje con rumbo al Campus Huasteca de la Universidad de San Luis Potosí, que aproveché para pensar un poco. Viajé con Ramón, un amable colega, en un Jetta clásico color negro, no de él sino de una cliente.
Más adelante, la carretera a Tampico, la última frontera de mis sueños. Regresamos a la casa de mis padres y me despedí de él, después de hacerle un comentario sobre la presentación de un plano arquitectónico que le encomendaron. A las cuatro y veinte de la tarde subí a mi recámara.
Inyección de vida.
Excelente la llamada de Gilberto, desde algún lugar de la frontera norte. Me quedo con ese deber incumplido desde mis años de mal estudiante de arquitectura. Tantas cosas qué ver. Mientras me decido, cuento con los buenos, grandes y leales amigos como él.
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