martes, 8 de julio de 2014

Me cayó muy bien.


Cae muy bien el descanso después de un domingo pesado, y un lunes donde se tuvieron que hacer muchos mandados y no salieron bien las cosas, como varias ventas. La frase célebre de un médico naturista y vendedor ambulante que ofrecía la corteza de un árbol como panacea para la presión alta, y otros males modernos: "Pura gente bonita nos visita hoy. Ayer, pura gente fea, pero todos compraban".

A media tarde soñé que sobre la larga calle Francisco I. Madero, a la altura de Reforma, me encontraba a Marisa, amiga de muchos años de una de mis hermanas. Que terminábamos en alguna oficina penumbrosa de un centro administrativo, o club deportivo no sabría decir qué lugar era.
Otra escena y estoy platicando con Arturo, Barman de El Bosque, que atiende a otro conocido de mis años de escuela. Yo platico brevemente con Arturo, sin saludar bien al otro. Me sirven un ginger ale. La situación se pone incómoda porque el lugar no es el que recuerdo. Sucede que cuando sueñas, las cosas cambian. Los números a veces están al revés. Los espacios son más chicos o más grandes. Hay detalles que se pueden notar fácilmente, y otros que se notan hasta que has despertado.
Al despertar lo único que le faltó a esta tarde fue más tiempo.

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