viernes, 6 de junio de 2014

La lluvia.


Viernes en la noche sin nada que ver en Ciudad Valles. Antes, en Monterrey, era obligado ver Buffy la cazavampiros, y los sábados los Expedientes Secretos X. La era de Oro de la televisión. Después vendría Ángel, cuando esta etapa se acercaba a su ocaso. Siempre mucho que ver y comentar en estos universos que siempre dejaban algo para pensar y discutir, y cuando al menos había alguien con quien discutir. Me di cuenta que tiene rato que estoy solo.
Para platicar igual un barman a quien no se le puede exigir un nivel de conversación de personaje de serie de televisión. Pero todavía en esta ciudad se puede platicar con uno. Tal vez en el Monterrey de 2014 ya no se puede ni dialogar. No sé. Desde 2002 no me he platicado con alguno, desde 2005 no he regresado a esa pinche ciudad de mierda, donde realicé mis estudios profesionales, y trabajé al lado de uno de los mejores arquitectos que jamás habré visto.
Vivo en la etapa en que ya se perdió para siempre la inocencia, en que todo es mezquindad, malicia y egoísmo. Donde todo es prisas y sin embargo es cuando más tecnología tenemos, cuando menos trabajo hay, cuando las parejas tienen menos hijos, y sin embargo la era en que menos tiempo tenemos para el prójimo. La era de las prisas, del "notengotiempo", del "yotehablo", y luego a chingar su madre.
Aquí llueve. Ya me confirmaron que el Bar Santa Fe ha cerrado sus puertas. Fui el martes. Lo abrieron. Prendieron el aire acondicionado y mandaron un barman, pero el local estaba sucio y se sentía el polvo y el olor a cerrado. Y no sé si lo abrieron porque hablé por teléfono antes.
Aquí es el infierno, aunque llueve. De todos modos a Monterrey no vuelvo.

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