Algún indicio de que las cosas mejoren. Alguna señal de que el porvenir sea claro. Nubarrones y relámpagos aquí y allá. Bueno, tampoco. Espero que como en ese famoso libro, la vida sea generosa, y el mundo sea un tesoro inmenso que espera a ser conquistado.
Otro domingo más. Miedo a salir al mundo. Una vez que llego del negocio y no se sale de la casa. La ciudad duerme desde poco después de las dos o tres de la tarde. Porque a partir del lunes temprano nos invaden los compromisos, ir al banco, al médico, al ayuntamiento, al gobierno del estado, a la oficina federal de Haciendo (¡qué miedo!). Puro lamentar las cosas. Es que qué más hacemos. Esperando.
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