viernes, 14 de octubre de 2016

Misión especial.

       Reunión en la fonda doña chu, habilitada como cenaduría, sin tele, por culpa del apagón analógico, que nos volvió más pobres, ni hablar. Llevo Arrecife, de Juan Villoro. En la parte de abajo de la mochila está, envuelto en papel de estraza (¿esa cosa qué es?) La quinta disciplina, de Peter Senge. Uno nunca sabe. Espero a Paco y a Gilberto, Marco Antonio, quién sabe. Cuanda lleguen, aguardaremos hasta la medianoche, para enfrentar nuestro destino en la Calzada San Pedro. El objetivo, rescatar al chico Uni, un grito de auxilio desde algún lugar del ciberespacio. 
Recuperar el equilibrio del cosmos, roto por los chidibum-chudibum maléficos, que atacan a los trasnochados, con libros de Carlos Cuauhtémoc y revistas Tec Review. Pero que conste...
Yo propongo la estrategia, mientras me tomo mi segunda maicena y espero a mis camaradas. Pienso en ir hasta el Cedes, a su guarida, la torre de cristal, pero es demasiado aventurado. Un infiltrado, aliado incondicional, conocedor de túneles secretos y laberintos: Barriga.
Por lo pronto, espero y pienso en mi último recurso si algo sale mal. Réquiem por Brown. Luego recapacito. No hay lugar para el fracaso pues es un ejemplar reservado para el Apocalipsis, hoy no.
Gracias.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

1 010. ¿Qué será?

 1 010. Nada. Así de sencillo. Ten paciencia, que algún día saldrá algo bueno para ti. Así me dijo Héctor Flores Azuara en un mensaje de tex...