lunes, 8 de agosto de 2016

Pues perdón.

Fue a verme la señora María. Ese hecho lo agradezco por sí mismo. Me dijo lo que ya sabía. Que la casa que está vendiendo ya tiene el expediente completo, pero que la compradora tuvo un problema personal, que no publicaré, y que no tiene dinero para el plano arquitectónico. Que saliendo el crédito, es decir, el dinero para la compra, me paga mis honorarios.
Sí, ajá. Esa no me la creo viniendo de nadie. Por eso le dije a la señora María, vendedora, que ya había tenido experiencias así antes, y que nadie regresa a pagar. Por uno la llevan todos, me contestó. Yo ya no le respondí que no era uno nada más, y es más, el comentario de parte de ella, o traición del subconsciente o un fuera de lugar mayúsculo. Ella prometió pagarme a mí y luego cobrar a la compradora. Las dudas surgen. ¿Y sí luego la compradora dice que siempre no le compra la propiedad, que hará la señora María?
Pido perdón por mis arrebatos. Doy gracias a la gente que regresa con valor, con responsabilidad, con decencia, a decirme al menos que no me puede pagar. Eso hace que las cosas mejoren al menos un poco.
Ahora solamente falta el dinero, ingrediente maldito, necesario, fundamental, para que las cosas marchen, para que el nublado y lluvioso horizonte, se despeje.

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