785. Entrada siete ocho cinco.

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Un día quisiera tener otra realidad. 

Fue un gusto saludar a Pedro, quien es un distinguido empleado del Gobierno del Estado, siempre atento y dedicado a su trabajo. Después de saludarlo, le hablé del mío propio. Muchas trabas en el municipio. Ayer atendí a un contribuyente que traía un plano hecho por quien escribe, con el sello de autorizar. Aún así, le piden otro cambio a la geometría, en la cuestión de rumbos y por lo tanto, orientación de los lados del predio. Yo le hablé de un cobro de cierta cantidad de dinero, razonable, y que me diera de plazo hasta el lunes, para lo que el llamaba "corrección" y yo, un disparate. Pero no me quiso pagar y todo quedó ahí. Yo todavía me siento insatisfecho y enojado, por no poder hacer negocio, y porque el croquis que se presentó, y la prueba es el sello oficial estampado en el mismo, de ninguna manera tiene error alguno.
 Ahora entiendo por qué un Notario de la ciudad impulsó a su hermano para ocupar un puesto en el Cabildo del Municipio: si como tengo la certeza no habrá tráfico de influencias por ser los dos personas honestas y decentes, al menos, cosa natural, no tendrá el mismo mal trato, y por esto me refiero a situaciones como la que ya describí, absurdas, e injustas. Todo sea para mejorar. A mí me desespera mi situación laboral. La Arquitectura es un profesión tan difícil de ejercer, pero no puedo rendirme, porque fue más lo que me costó tener mi título, que por nada del mundo, por nada del mundo, voy a dejar jamás de dibujar, medir, fraccionar, firmar como DRO, cuantificar, acotar, y sepa la chingada cuánto más. 
Sí hay mucho dinero y mucho movimiento. Lo que sobra es la envidia de aquellos que tienen en su mano repartir y se quieren comer todo el pastel ellos solos. Por cierto, en el negocio de mis padres mi comida de mediodía fue una hamburguesa, papas a la francesa y una cocacola helada, mientras me toca una rebanada del pastel que no me quieren compartir. Luego fui a Su Bodega, y se me olvidó comprar pan y sardinas, para mañana domingo. Siempre falta algo.

Hoy pensé en el Tec de Monterrey y me duele mucho la falta de madre de personas como Erika Lozano o César Godínez. Me ignoran y es lo que más me emputa. Ignorar a alguien, es casi casi tratarlo como basura. Sé que me leen, sé que entienden mi situación, sé que conocen gente que me puede ayudar y tienen sus teléfonos y no les cuesta una llamada telefónica: oye, ayuda a este egresado, de seguro hay  una buena chamba para él, te puede ayudar en esto o esto otro, ándale... Pero es esa maldad que tienen en su corazón, lo que no les deja portarse bien conmigo. Par de Almas Envenenadas.
¿No es trabajo de ustedes atender a sus egresados? Parece que no. ¿Quieren que les lleve flores a Monterrey después de sus excusas, primero, y su silencio horrendo, después? ¿Por qué no quieren saber nada de sus egresados? Bueno, si me estuviera yendo bien, de lo que menos me acuerdo es de mi escuela, el Tec. Pero me está yendo muy mal.

Ayúdenme, pues. No me dejen solo.
Ayúdenme, por favor.