sábado, 4 de febrero de 2017

480. Cuatro-ochenta. Bueno, va.

Perduran en mi corazón el rencor y la amargura, y en una de ésas, la desesperación. Si el tiempo se pudiera congelar, anduviera en el tercer piso de biblioteca del Tec de Monterrey Campus Monterrey, leyendo a Jorge Castañeda, hojeando las memorias de José López-Portillo por si no había visto alguna foto, tal vez subo al cuarto piso y esta vez a leer y a hojear los compilados de la Revista Proceso, en mis años favoritos, 1980-1988, no me pregunte por qué, me fascinaba la política de secretos, tapadismos, conjeturas. Hoy todo es distinto, ya tenemos la inmediatez, la maldita "transparencia" que de qué ha servido si hasta roban más dinero, si no pregúntele a Rodrigo, el príncipe voraz, a Javier Duarte o los hermanos bandidos de Coahuila. Antes la política era más sabrosa, sí. Hoy las consultas internas, los shows en Youtube, los independientes y su ilusión de que son mejores, sí ajá, y sobre todo, el amor al dinero, la han echado a perder.
Pero ya no hay vuelta atrás.
Gracias.

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