martes, 17 de enero de 2017

Número 464. Descubrir.

No sé si estoy entrando en terrenos metafísicos. Recuerdo la noche de un tiempo muy tormentoso en mi vida, porque no tenía dinero y me estaba yendo re mal en mis estudios de Arquitectura, y en serio, que no tenía ni para cenar (sí comía mal, pero casi no cenaba).
Esa noche estaba en un parque cercano al Tec de Monterrey, del lado poniente de la Avenida Garza Sada, creo que la colonia se llamaba Tecnológico. Estábamos tres compañeros y yo, en una noche de esas de mucha ansiedad, pues había avances lentos en las entregas de proyectos de las materias que llevaba, malas calificaciones y pocos recursos: las computadoras eran escasas, malas y muy caras, y no había dinero como hay hoy, donde hasta un pinche chiquillo trae su jetta 2017 y su Iphone. ¿Y yo cuándo? 

Pero bueno, en fin.
Resulta que en ese parque vendían una suerte de Hot Dogs, con salchicha jumbo, adentro de un bolillo o telera, y rellenos de mucha mayonesa y repollo. A mí me invitaron uno, me lo pagó uno de los compañeros, pues. Otro se fue porque la novia le llamó por celular, y otro más se quedó, sin cenar pero a decirme un discurso, mientras yo comía estoicamente la barata, pero gigantesca cena, sin mucha hambre, pero para corresponder la cortesía del primer compañero.
El-que-no-cenó-nada nos observaba a los otros dos. El-compañero-del-celular ya se había ido. El-invitador -de-hot-dogs-chilangos comía en silencio.

El-que-no-cenó-nada me dijo: "Mira Juan, ya sé que te está yendo de la chingada en algunas materias. Tu imagen se está desplomando, pero cabronamente. Te voy a decir esto: tu vida va a valer madres. Tú sabes muchas cosas, de escritores, películas, Historia, pero eso no tiene ninguna utilidad. A mí me valen madre los libros que has leído. Eres muy culto, pero eso no sirve para nada. Nunca vas a tener dinero, ni vas a lograr nada con tu vida".

Yo me empujaba el hot-dog chilango entre pecho y espalda, desconcertado por las ofensas de El-que-no-cenó-nada. 
Me puse triste por el golpe repentino, en lugar de contestarle me quedé callado, con mucha sed, pero El-invitador no tenía ni para refrescos. Menos yo. Salió un intento de lágrima, no sé si por lo caliente de la salchicha, o la sorpresa de las palabras. La sed empezaba a ganar, pero tenía que aguantarla.

Yo no tenía ni para un refresco, en ese momento infame. Ni tampoco tenía El-invitador. A cenar así.

El-invitador de hot dogs chilangos le dijo a El-que-no-cenó-nada: "ya déjalo, cabrón", mientras la volvía a emprender con el repollo, la mayonesa y los restos de salchicha.

No sé si El-que-no-cenó-nada era adivinador del futuro para decirme en cara y mientras cenaba, esa suerte de profecía. 

En lugar de haberme dicho "somos compañeros, si tienes broncas con alguna materia, te apoyamos". 

Un buen día, me entero que el pinche puto se murió de Influenza. 

Tenía 30 años de edad. Hoy yo tengo 39 años y creo que el que valió madres fue otro. 

Pero que conste que no me da gusto ¿eh?

Sí me he comunicado con El-que-no-cenó-nada, y también con El-invitador de hot-dogs, pero ni éste último quiso seguir siendo mi amigo. A lo mejor nunca lo fue, pero le agradezco esa buena cena que no olvido.

Lugares.

Me entero de que las empresas tienen una nueva herramienta a su disposición, en la toma de decisiones y desarrollo de estrategias.
Se trata de la "sabiduría de masas", que es un mercado de apuestas. La fuente que leí señala sitios como Betfair como un mercado de predicción comercial. También señala a Iowa Electronics Market como un mercado enfocado en elecciones, sobre elecciones locales y nacionales. Me preguntó si abordarán otros países, como México. 
Buen aprendizaje, gracias.

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