jueves, 5 de enero de 2017

Cuatrocientos cincuenta y tres. 453. Evolución de la narrativa mexicana contemporánea.


La frase del historiador José Fuentes Mares está más vigente que nunca. "La crisis se gestó con la participación de todos los sectores sociales". Así, aunque no nos guste. Porque para ser mexicanos, somos muy buenos para exigir nuestros derechos, pero pésimos para cumplir nuestras obligaciones. Desde la puntualidad en el centro de trabajo o la escuela, hasta ser autoridades honestas, sea en Veracruz, Coahuila, Chihuahua, Sonora, o el Estado de México, donde las despensas, el dinero en tarjetas prepagadas y los regalos están a la orden del día, financiados con deuda eso sí, cortesía (no creo) de los bancos de la familia Hank, y demás fauna nociva.
 
A pesar de los teletones y el llamado a los valores en medio de una programación televisiva de cuestionable calidad, sigue perdurando el racismo y el maltrato entre mexicanos. Hoy fui objeto de estas dos plagas, de parte de una señora anciana, perdón "de la tercera edad", vecina de mis padres. La rabia me invadió, desde luego y alcancé a encararla ¿cuál es su problema? "Ya me escuchaste cabrón" fue lo que contestó la aprendiz de neonazi mexicana, tal vez de ascendencia escandinava o noruega. Traté de buscar comprensión en una señora más joven que esperaba el camión y me contestó con un cinismo sin límite "yo no escuché que a Usted le dijeran nada malo".

La complicidad de género de arrabal, que gracias a Dios no se dio en la elección de Hillary.
 
Desde aquí valga comentar que ser mujer y ser mayor, no le da derecho por ese simple motivo de ofender a la gente porque se le antoja y menos con palabras tan detestables que tienen una connotación racial o de clase social.

Y nos quejamos del gobierno. Y somos peores que ellos, con esa clase de cosas. Y con otras, como el que no paga los honorarios profesionales, y luego les cobras y se ofenden. Pero luego que por qué...

Y ya se ve la corrupción de Duarte o de Borge, y no menciono el apellido de los hermanos bandidos de Coahuila, no me vayan a hacer lo que al Dr. Sergio Aguayo, como un medio de movilidad social, una aspiración "légitima" porque "para eso fui al TEC", o porque "para eso estudié una maestría en Estados Unidos", seguramente para ser corrupto y hartarse de dinero, pero me niego a creerlo.
 
Y los señores gobernadores, los primeros indignados por la quiebra del país, y los primeros en delinquir y saquear.
 
¿Dónde está la Iglesia Católica? El único reducto de la moralidad, el respeto a la ley, la conciliación entre los mexicanos, envuelta en su propio infierno, de escándalos, sospechas, y odios a los que tienen preferencias distintas.
 
Por eso, creo que ya va siendo hora de que México nos necesite a todos, no hay nadie más.
Gracias.
 

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