martes, 3 de mayo de 2016

Día nublado.

Creo en la autoregulación de los sistemas, aunque no sé si sea un dogma de fe, sí es una parte integral de su teoría correspondiente.
Algún día, pronto, ya que termine de leer a Mankell, reeleré a Senge, como comienzo de otras tantas lecturas en la materia.

Hoy no hizo tanto calor como el sábado y el domingo. Aprovechando para comprar pilas para una fiel cámara fotográfica, y folders, benditos, las dos cosas obligaciones de la Arquitectura.

No lo puedo pasar por alto.

Temprano, ese sábado de día de la niñez, llegó una cliente potencial. Una señora de edad mediana. Traía un expediente con una serie de requisitos entre los que se encontraban la presentación de un plano arquitectónico de su casa habitación, que según me dijo, planea hacer objeto de un crédito, nada malo con eso.

Al momento de darle mi tarjeta de presentación y de ser amable y explícito en los temas de mi profesión, ella me respondió intrigada, como si hubiera visto el códice Féjervary-Mayer, o el manuscrito original de alguna obra de Nietzsche.
Oiga joven ¿y estos números para que son?
Yo le conteste con aplomo "es el número de mi celular, señora, para que me llame".
Y entonces no sé si tengo que simplificar todavía más mi tarjeta de negocios o ya no recibir a cualquier gente.

-Título y Nombre Completos: Arquitecto Juan Bendeck...
-Dirección de mail.
-Número de telefóno celular o móvil como le dirán en algunas latitudes.

En fin.

3 comentarios:

  1. Me has hecho reir. Pero también me has puesto ante el enigma de la Esfinge. Yo diría que tal vez la mujer sólo quiso decir, «Números telefónicos ¿para qué?, ¿no es mejor que yo venga en persona?». Tal vez aborrezca las formalidades o prefiera ser práctica.

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  2. Pues no creo Don Mario. La mayor parte de la comunicación es no verbal. Y la expresión de la señora fue de una confusión tal. En sí misma, la experiencia es una reflexión a ser más comprensivos y más firmes también. La semiótica es eso, buscar significados. En algún momento creo que es una excusa para eso precisamente, fingir una condición de ignorancia o vulnerabilidad y llevarme a la risa a mí también.

    Al final creo que esa excusa le valió no regresar. La malicia aflora Don Mario, de una parte y de la otra, y todavía creo que ella fue nada más para hacerme perder mi tiempo y burlarse de mí.
    Un abrazo muy fuerte.

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    Respuestas
    1. Sí, por supuesto. Pero la semiótica no es más que uno de los medios que se han inventado para desentrañar los enigmas de la Esfinge. Al final depende de uno darle tal o cual significado al comportamiento humano, y eso nos deja más dudas que certidumbres. Entre más veamos como jueces lo que dice y hace esta mujer en particular, menos podremos ponernos en su lugar. Acaso simplemente calló lo que pensaba y dijo algo que le pareció inteligente: fingir que no entendía. Por otro lado, no es raro que la gente no sepa qué quiere, ¿cierto?

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