miércoles, 25 de noviembre de 2015

Algún día.


Historias de la arquitectura contemporánea.

Seremos felices y entonces estaremos llegando del vuelo Milwaukee - Monterrey, y de ahí al corporativo. Ayer, un pequeño desencuentro con un colega arquitecto al que le doy toda la razón sobre una situación que tuvo que enfrentar, que algún día hay que encarar. Parte del problema fueron los honorarios, esta vez a la inversa. Parafraseo a mi compañero de profesión. Que tal vez el dinero cobrado a un cliente que salió por ahí, fue bastante. Yo me quedo callado y escucho. Pero la cosa no quedó allí. También implicó la ruptura de protocolos, la mala suerte, tal vez la inmadurez, falta de criterio, de un tercer proveedor de un servicio que no se dio cuenta de la gravedad de un asunto. Y es que en arquitectura, el que manda es el arquitecto, nadie más.
Yo confieso y afirmo que uno de los más graves pecados de la humanidad hoy día, algo que antes fue virtud, es la ingenuidad. A ella la defino, como eso precisamente, falta de malicia.
Cada vez más, mientras avanza la edad, y la experiencia también, la inocencia o la buena fe, cede paso al dolo, que nos cubre con su manto, y jamás, pero jamás, podremos quitárnoslo. Es más, a veces creo que el paso de los años vuelve ese ropaje un pesado lastre, imposible de quitar.
Extraño de mis días de juventud esa ligereza de equipajes.
 
Es que de repente, se vuelve insoportable, tener una atención con un cliente y pensar que nos lo quieren quitar.
 
De igual forma, harta hasta el peor cansancio, que te digan "buenos días" o te saluden, y pienses que te quieren joder vivo.
Pero así es esto. Maldita profesión.

Historias del corporativo.

El chico de la Uni toca con cuidado la puerta de cristal de la oficina de la licenciada Ludwika. "Disculpe, licenciada, ¿me da chance de ir a Soriana? Es que mi abuelita me pidió de favor ir a pagarle el gas natural, y si no pago hoy se lo cortan...
La licenciada, en una más de sus infinitas conferencias telefónicas, hace esperar al chico de la Uni al menos varios minutos. En comportamiento organizacional se llama "darse importancia" y es vital en el mundo de los negocios hoy día, en especial en el corporativo de Monterrey, o San Pedro, que es lo mismo.

"¡Ah sí!, puedes ir no hay problema, chico...Al verlo irse por el pasillo iluminado con la luz natural que se filtra por las montañas de la Sierra Madre, la licenciada Ludwika frunce el ceño mientras revisa sus correos electrónicos: una invitación al corporativo matriz en Milwaukee, todo pagado, el boletín de los egresados chicos TEC (que conste que no he dicho cuál TEC), un mensaje sobre las actividades de Responsabilidad Social de los Legionarios de Cristo, una invitación a la conferencia "Libertad de Expresión en el Siglo XXI" dictada por el Doctor Javier Duarte de Ochoa.

La licenciada Ludwika cierra las aplicaciones de su Ipad Air y se dispone a ir a Starbugs, al segundo cafecito de una mañana pesadita, pesadita.
En eso, reflexiona y el pensamiento se alarga igual que el pasillo iluminado con la luz natural que se filtra por las montañas de la Sierra Madre...¿Soriana? ¿Esa cosa qué es? ¿Será una broma del chico ése...de la Uni? Pero se hace tarde para el cafecito, a las once de la mañana no hay mucho qué hacer y pues..

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