jueves, 9 de julio de 2015

¿Entonces quién?


Michael Connelly es un maestro del lenguaje hard boiled, así, duro, severo, al grano, la crudeza de la violencia tal cual es, narraciones que son un retrato de una ciudad, que es a la vez el arquetipo supremo de los problemas urbanos de nuestro tiempo. 

Heredero de la mejor tradición de Chandler y James Ellroy, descubrí a Michael Connelly en "Trunk Music", traducida por Ediciones B como "Música en el maletero", historia de mafiosos, apostadores, policías, y la vida en dos ciudades, Los Ángeles del detective Harry Bosch, y Las Vegas, comparativo circunstancial de la primera.
Siguió "Hielo Negro", una historia transfonteriza con el mismo detective Bosch esta vez persiguiendo narcotraficantes mexicanos a ambos lados de la frontera.
Una línea que viene a mi memoria, que activa hechos que fueron monotonía, automatización de un rutina, o instintos de una persona que ya no está. "He descubierto quien era yo", palabras que deja, antes de morir, el detective de la DEA compañero de Bosch, que comete suicidio y deja pendiente un caso que éste debe resolver teniendo todo en contra.
 Y entonces la pregunta me viene de frente ¿quién era yo? Recuerdo mi empeño en mis estudios de Arquitectura, las horas de televisión viendo basura tan variada como los X Files, Buffy the vampire slayer, o las películas que circulaban una y otra vez en la oferta de cablevisión, antes del Discovery Channel. Los programas insufribles de Juan Ramón Palacios, que no pasaban de la una de la mañana del sábado, porque a las dos, en que terminaba por fin ese reflejo de la sociedad de finales del siglo XX, yo ya estaba dormido por más refresco joya que tomara.

¿Y quién era yo? Un lector de sábados en la noche, hasta las once en punto en que empezaban a apagar las luces de Biblioteca del TEC. Donde conocí a Regis Debray, Casteñeda, Fuentes, Benedetti, Paco Ignacio Taibo, Raúl Trejo, Héctor Aguilar Camín, y tantos etcéteras.
Y el domingo a seguirle con tareas, trabajos, lecturas, estudio para un examen para el que nunca estaba suficientemente preparado.
Y la respuesta a quién soy yo, no lo conozco muy bien todavía, divago en las novelas de Connelly, en los cuentos policiacos de Raymond Chandler, alguna imagen de Eliza Dushku en un callejón, o de David Boreanaz en esa casa que diseñó muy desafortunadamente,  Frank Lloyd Wright, la John Sowden House, y que es en la serie, un palacete de un Drácula angelino de finales del siglo XX, y entonces recurro al pasado para eso, precisamente, enderezar el camino hacia lo que viene.
 

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