Me sirven más a mí en lo personal estas reflexiones para conocerme a mí mismo, más que compartirlas, pero quiero compartir.
Les presento mis dos más recientes experiencias como aspirante al cargo de consejero electoral del OPL (organismo público local) en San Luis Potosí.
Desde 2011 estoy participando, todavía el Congreso del Estado era quien hacía las designaciones.
En la forma (en lo que está escrito en la Ley, que para mí tristemente es un papel con tinta para los deshonestos y corruptos, y una herramienta de represión, molestia, hostigamiento y ruina para los que sí somos honestos) cualquier persona que cumpla con un listado de requisitos, puede participar y ser designada.
La mayoría de los requisitos para ser consejero electoral son NEGATIVOS: "No haber sido dirigente de un partido", "no ser ministro de culto", "no haber sido candidato", y siguen los requisitos NEGATIVOS. Impera el "no haber sido", más que el "ser" o el "contar con".
Lo cierto es que te pones a participar, con toda la ilusión de encontrar un espacio en una institución y compites contra: servidores públicos de muchos años de carrera en organismos electorales, casi desde que están recién egresados. Son organizaciones con muy poca rotación, lo cual creo es más bueno que malo, porque la experiencia de un proceso electoral a otro deja siempre muchas enseñanzas.
No necesariamente el hecho de ser servidor público de un organismo electoral garantiza la designación: he visto que le han dado preferencia a gente que ha trabajado en Universidades, sobre todo públicas, en áreas de investigación. Sí veo que tiene mucho peso y da mucha ventaja haber sido asistente de investigación o coordinador de un centro editorial de una universidad y puestos así, relacionados con trabajos intelectuales, aunque la "ley" no pide absolutamente nada de eso.
Tengo una hipótesis: Si nuestra democracia fuera igualitaria y tuviéramos una sociedad justa, incluyente y una economía aceptable donde hubiera un mínimo de ingresos para cualquier persona, así fuera barrendero o recolector de trabajo, esí sí, trabajos más dignos que los que hacen muchos de nuestros políticos, no habría quejas contra nuestra democracia.
Porque por más que se diga y repita, la mayoría de la gente no tiene ni siquiera el modo de tener una tarjeta de crédito, por más, promesas, anuncios y mensajes (¿mentiras?).
Las etapas son: un examen de conocimientos donde llegué a sacar el segundo lugar general, pero eso les vale a los consejeros. Extrañamente sun muy fijados si sacas una mala calificación, pero les vale sorbete que llegues a estar en los primeros lugares, creo que hasta te ven con envidia.
La otra etapa es escribir un ensayo sobre un tema político electoral. En una escala de A, B, C, y D, de calificación, nunca he sacado menos de A y B de calificaciones.
La entrevista ha sidoun aprendizaje también, desde 2011. Tienes que ir bien vestido, muy atento a lo que te preguntan y saber cuánto tiempo le vas a dedicar a cada respuesta.
No son respuestas fáciles. Te preguntan algo así como
¿En qué situación específica de su vida profesional usted ha aplicado sus habilidades de LIDERAZGO, mencione fechas y actividades? ¿Qué tuvo que hacer? ¿Qué resultados obtuvo? Tienes que contestar rápido y ser muy específico.
Te harán las mismas preguntas para evaluar tus habilidades de COMUNICACIÓN, MANEJO DE DESACUERDOS, TRABAJO EN EQUIPO Y NEGOCIACIÓN y todas en el mismo tono, ¿Qué resultados obtuvo? Como si haber tenido una mala experiencia, que de ellas también se aprende, fuera algo malo o que te perjudica.
He tratado con gente más o menos amable, como Arturo Sánchez Gutiérrez y Pamela SanMartin, aunque esta última tiene una obsesión con todo lo que sea legal y leyes y procesos jurisdiccionales. La vida es más que eso. No sé si esa persona saliendo de su casa diario piensa a quien va a demandar.
Hay gente demasiado maleducada y majadera, de plano, como Uuc-Kib Espadas, es intratable. También gente grosera y gritona como Martín Faz y Claudia Zavala.
Extraño de verdad los días de la decencia, la mesura y la calma, esos personajes como Lujambio, Granados Chapa, nos hacen mucha falta. Pero eran días tambíen en que esos cargos eran honoríficos, se sesionaba una vez al mes y ellos le daban su tiempo y prestigio a una institución.
Ahora, se les hace de noche y piden "bonos de compensación" porque pasan muchas horas detrás de un escritorio. Los de ahora.
Pues comparto mis calificaciones, he gastado mucho dinero en consultores de Recursos Humanos, incluso contraté un tiempo un locutor de radio para que me entrenara. Nada de eso me sirvió.
Tal vez el futuro sea vender quesadillas, como una vez Jesús Ortega le reclamó a Fernando Elizondo Barragán en una comparecencia en la Cámara de Diputados. Lo cierto es que no hay empleos, espacios ni manera de desarrollarnos.
¿Los hay? Comparta, no sea egoísta ni cool-aid.
Gracias.




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