En el periódico de la ciudad, que suele ser la única fuente de lectura para mucha gente de la localidad, veo al ex gobernador de Chihuahua, señor César Duarte Jáquez, muy serio y reflexivo, inclinado hacia su interlocutor, escuchando atento. Tiene una pose donde apoya el codo en una mesa y agarra el mentón con su mano izquierda. Adivino que la intención es presumir su reloj. Debajo de la impecable camisa blanca que está debajo del hermoso saco negro, adivino un Rolex Oyster Perpetual. Allí se ve en la foto, en todo su esplendor.
Eso sí. El material del que está hecho el extensible no es otro que acero inoxidable. De todas maneras me pregunto si no le dio pena usar un accesorio tan ofensivo y ostentoso en un país tan emproblemado como México. Digo, todavía en Estados Unidos con todo y sus chamaquitos trastornados de Parkland, igual y se puede, porque allá, como quiera que sea, la vida no es como en Lomas del Rubí, Tijuana, o como en Chimalhuacán o Ecatepec, o la periferia de Acapulco.
Tenemos políticos muy sofisticados, haga de cuenta usted como del Reino Unido. Pero nuestra realidad se acerca más a Chilapa, Guerrero, o Somalia, Afganistán o Siria.
Entonces doy una mirada a mi reloj Casio F91 W y lo único que se me ocurre es decir ¿cuál es su problema, señor Duarte?
En fin.
Gracias, porque ya rebasé el umbral de 30 mil visitas. Será.
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