viernes, 29 de marzo de 2013

El ejercicio es libre.

Oiga. Disculpe,
¿Está el arquitecto?
Esa pregunta va y viene cada vez que entran al negocio de mis padres y preguntan por mí. ¿Se encuentra el arquitecto? Oiga, disculpe, ¿y el arquitecto? Leí en otro blog cuyo vínculo aparece a la derecha de esta página, de la autoría de "Mile High Pixie" (muy interesante por cierto y con muchas entradas, espero poder llegar a ese nivel) que los arquitectos son como los alcohólicos. Es algo que siempre vas a ser, aunque no lo practiques. Allá va el arquitecto, llego a escuchar a mis espaldas en la zona centro de mi Ciudad Valles, con cierta frecuencia, ese centro muy rico y vivo, con sus problemas, carencias y cualidades, que es mi hábitat y del que escribiré en las ocasiones que vienen. 
Ejerzo mi carrera de forma libre y aunque tengo otras ocupaciones, arquitecto es lo que soy y de lo que no podré desligarme nunca, aunque llegue a abandonar la arquitectura, a lo que me he visto tentado en más de una vez, a la que una y otra vez regreso.
Soy libre como arquitecto, de horarios, compromisos, contratos, juntas. Libre de oficinas, de escritorios (trabajo en casa en un espacio en mi habitación).
Este blog es un regalo que me estoy haciendo, a los 36 años de edad que voy a cumplir este martes 2 de abril, un alto en el camino que me veo forzado a hacer. No me siento satisfecho con lo que he logrado a esta edad. Como parte de la Generación X global (que nació a principios de los años 70 y 80 y que rompió con evidencia estadística la idea de que las generaciones venideras lograrían más económicamente que la anterior), y en México, me siento parte de la generación del 88, la que creció en ese año parteaguas de la historia de nuestro país (un año de elecciones presidenciales, en que la esperanza se renueva, pero también los miedos y la incertidumbre).

Gracias a aquellos que se permiten leer esta primer entrada. Hasta pronto.

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