jueves, 11 de enero de 2018

674. Jueves 11 de 01 de 2018.

Entrada 674.
No debe perdurar la tristeza. 
Hoy visité la sucursal de Banorte, para pagar a un proveedor. Sin embargo, aproveché la visita para actualizar mis datos. Tengo una cuenta de cheques en esa sucursal, la de Carranza e Hidalgo, que mis padres abrieron en el año de 1993. En ese entonces mis preocupaciones eran quedarme encerrado en casa, leyendo todo el día. Haciendo tareas con suma calma, desde temprano en la mañana del sábado, hasta las seis o siete de la tarde del mismo día. Los domingos a estudiar materias como etimologías grecolatinas, introducción al Latín, el libro azul de principios de economía política, que de poco me han servido a la distancia. También la vida en ese entonces era ayudar un poquito en la tiendita de papelería y regalos que tuvo mi madre en esos años. Cuando me senté frente al ejecutivo de cuenta y mencioné ese año, pareció no darle importancia. Yo recordé algunas cosas, sí. La maldita escuela que a los 16 años de edad era el centro de mi existencia, por temor al fracaso, o de  plano, aburrimiento. Luego salí a la calle y recordé que precisamente en 1993 mi padre nos llevó a mí y mis hermanas a ver muy buenas películas en el Cinema Valles 70 de la misma avenida Hidalgo donde está el banco: El último de los Mohicanos. El informe Pelícano. Parque Jurásico. El último boy scout con Bruce Willis y Damon Wayans. Noches de Pepsi bien sabrosa en vaso de cartón, y con un bote gigante de palomitas.
Y en VHS llegamos a ver JFK con Kevin Costner. 
Creo que viéndolo bien, 1993 no fue un año tan malo. Pudo ser mucho mejor, pero...

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