Hoy saludé a Armando Castillo. Le hablé de lo mal que está la profesión estos días.
Desde que empezó 2018, no puedo ganar más de mil pesos al mes de honorarios profesionales. Me faltan suerte, ánimo, y sobre todo, habilidad para sortear las objeciones de los clientes.
Me piden un despacho y no lo tengo. Me preguntan cuánto les voy a cobrar y no sé cuánto. Es fácil hablar y plantear. Pero, y es que ahora vienen mis objeciones, lo difícil es sentarme a dibujar después de las siete y media de la tarde, que cerramos el negocio de mis padres. Hay algo que se ha ganado, y creo que es malicia y madurez, que no dinero.
Por lo pronto, quiero tomarme un café con Armando, de preferencia en la cafetería La Fundación en la Calle de Juárez, frente a Banamex. Claro que lo ideal sería en el Hotel Misión, unas calles más hacia el oriente, para ver el boulevard y sus palmeras. Ser más inteligente a la hora de discutir con los clientes, hablar de las objeciones, y ganar más dinero, a ver si ahora sí.
Y es que hay gente tan cabrona que le invitas un café y se ofenden ellos o te ofenden a ti.
¡Ah! ¡Mira! ¿Me estás invitando a tomar un café? ¡Híjole! Es que traes ganas de arreglar el mundo.
Esa respuesta no merece menos que un "Chinga a tu puta madre".
Gracias.
Usted ¿no se toma un cafecito conmigo?
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