Ayer recibí buenas noticias. Sé que por eso me siento mejor que hace algunos días. Sucede que hay una posibilidad muy grande de ser nombrado de nueva cuenta, Presidente de Mesa Directiva de Casilla, como lo fui en 2015. No dudé en aceptar semejante distinción. De repente pensé en mis sueños, y creo que hoy están un poquito más cerca de hacerse realidad. El 1 de julio de 2018 viene la elección más importante que haya celebrado nuestra República. No puedo evitar compararla con la de 1994, que fue el antes y después de nuestra democracia. Tenemos la oportunidad de marcar ahora, un paso hacia el futuro y ante el Mundo, como país ejemplar en su arreglo institucional, sea cual sea el resultado, con la certeza de que va a ser el que quiso la ciudadanía.
Me he aprendido de memoria este pasaje del libro "La Mecánica del Cambio Político en México, elecciones, partidos y reformas", de Woldenberg y compañía: El 21 de agosto de 1994 el 78% de los ciudadanos empadronados salieron a votar: 35,285,000 ciudadanos. Ni los más optimistas creían que la participación sería tan elevada. Una proporción así de participación no se ha vuelto a ver nunca más.
Si en 2018 el 78% de la gente empadronada se atreve a salirse del encierro de sus casas, changarros, cafeterías, centros comerciales climatizados, usted dígame, la votación ascendería a 70,000,000 de ciudadanos. Recuerde que el padrón actual ya ronda los 89,400,000 gentes en edad de votar.
Usted decide.
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