domingo, 8 de abril de 2018

715. Domingo 08 de abril de 2018.

715.
Apenas alcancé a leer ese artículo del periódico El Norte, pues había algo de trabajo en el negocio de mis padres. Trataba sobre nuestra democracia reciente. El hecho de que Rodrigo Medina ganó la gubernatura de Nuevo León en 2009. por su juventud , su bonita sonrisa, su esposa con peinado de la estilista Silvia Galván y sus bebés trillizos, frente a Fernando Elizondo Barragán, buena persona, pero demasiado grande de edad, y aparte, serio. Sin embargo, el resultado fue un gobierno corrupto y que destruyó a Nuevo León en lo financiero y en lo social, porque ahora sí le pusieron alfombra roja al narcotráfico en ese bonito estado, desde 2009 hasta nuestros días.
Sin embargo, creo que la democracia, como en la teoría de Senge, es capaz de aprender. En 2015 se votó a un candidato moreno, feo y malhablado, pero ya lo habíamos visto en Vicente Fox, feo y malhablado nada más, porque es descendiente de españoles y entonces está güerito.
No comparto mucho estos argumentos, porque ni en 2000, ni 2009 ni 2015 le hubiera bastado a Fox ganar por tener un comportamiento de franelero, ni a Rodrigo Medina por guapo y tener una pareja bien ricarda, ni a Jaime Rodríguez por ser todo un cowboy, así, entrón, aventado, decidido, la solución a los problemas que no terminaron en el estado Regio.
Hubo algo más. Puede ser un contraste en los argumentos, primero. Una diferenciación con el presente. Porque cada tres años o cada seis años, ya se está buscando más que una elección, darle un NO al pasado, una renovación, y no bastaría cambiar de partido político. Las elecciones se vuelven cada vez más un referéndum donde la gente quiere castigar el presente, y romper con él, no parece mala idea, ni siquiera para el candidato del partido en el poder.
Ahí está la debilidad de la democracia, explica la autora del artículo, cuando, seguramente inventando una anécdota, explica que el taxista que la llevó a su casa solamente se fijó en la juventud de Medina. Y puede ser. Pero no creo que baste. Si en 2012 compite Enrique Peña contra alguien igual o mucho más atractivo, ¿Lujambio? ¿Ebrard?, de todos modos el primero, con su buen discurso, propaganda, propuestas trabajo incansable, ruptura con el pasado, y optimismo, iba a ganar.
Apenas vamos en la primer semana de campañas presidenciales. 
Cada vez sirven menos las encuestas, otro paradigma de la democracia mexicana que nos negamos a desterrar. Ya no funcionan tanto como el análisis prospectivo, o la creación de escenarios.
La mejor manera de predecir el futuro es crearlo, señores. La frase no es mía, sino de Abraham Lincoln.
La elección la deciden los que salen a votar, sí. Pero también, y no creo que sea un peligro de la democracia sino parte de ella, también la deciden los medios de comunicación, los intelectuales, los periódicos, las escuelas, los candidatos con sus errores, aciertos, fotogenia, discursos, eventos, no nada más en su cara bonita, su sonrisa de Colgate o que tenga novia o señora más bella que Kate Hudson. No. 
No se explica así el triunfo de Alfredo del Mazo en el Estado de México o del horrendo fulano Riquelme, que no merece ser llamado señor ese tipejo, allá en Coahuila, en 2017, solamente con la imagen o las tarjetas de débito desactivadas, ni siquiera mire, con la compra, la coacción del voto o el fraude porque eso ya no alcanza en ningún rincón de México. La gente está tal vez mal informada, pero está más informada que hace veinte años. Tal vez tenga mala educación, pero tiene mucha más educación el día de hoy que ayer. 
No veo hasta ahora, a ningún candidato o candidata presidencial que diga algo que los demás queramos o escuchar o que despierte nuestra atención.
El aeropuerto no importa porque en México nadie viaja en avión, y con él, o sin él, nuestro nivel de vida estará igual de malo o igual de bueno a menos que seamos contratistas de la obra o empleados de ella.
En el tema de la inseguridad, estamos igual, porque ya se vio que nada cambia, así cambien gobernadores una y otra vez. Pregunten en Veracruz a ver si de repente hubo sosiego y tranquilidad. Pregunten en Tamaulipas a ver si terminaron las balaceras que se oyen a lo lejos en las ciudades, o no tan lejos, a la vuelta de la esquina más bien.
¿Y la economía? Mientras la gente tenga para su smartphone, el net flix, el cablevisión y los benditos refrescos que hoy más que nunca se venden, la devaluación, la balanza de pagos o el déficit comercial con La Unión Europea o China...yo ni pasaporte tengo, señito, le respondería el mismo taxista imaginario a esa editorialista que tal vez escribe mejor que yo, pero analiza la democracia y nuestros criterios para votar, mucho peor que yo.
No olvide que tengo un Diplomado en Mercadotecnia Política. Algo sé de democracia.

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