sábado, 23 de diciembre de 2017

666. Sábado 23 de 12 de 2017.

Entrada 666.

Tarde.
Hoy vi al señor Adolfo, hijo de El Güero, un excelente maestro de perfilería de aluminio. Adolfo es casi tan alto como yo, y eso que yo mido 1.85 m. La plática fue breve. Me dice que su padre está bien. Que él ha estado bien. Le deseé feliz tarde y él me deseó felices fiestas. Yo no llego a tanto. 
Me visitó en el negocio de mis padres, para comprar unas pantimallas para niña. 

Bueno, en inglés les dicen pantyhoses, por si eres egresado del Tec de Monterrey y me contestas con un ¿esa cosa qué es? pues te doy la traducción al inglés y ahora sí ya entiendes.

Regreso con mi grato visitante en la tienda de mis padres. 
Me arrepiento de no haber podido preguntarle por qué no ha regresado a El Bosque, ya que hay una vacante que dejó Gerardito, un licenciado en Turismo con muchas cualidades, pero que de repente se fue a trabajar a otro lugar. 
Y es que sí hace falta alguien que esté allí, pero que sea bueno, honesto y listo como Adolfo.

Espero verlo tocar puertas y ojalá pronto esté de regreso. Fueron tardes memorables de ESPN, Fox Sports y CNN en español, en medio de pláticas, muy inteligentes y reflexivas por decir lo menos. Otra vez, muy feliz tarde.

En la mañana.
Me quedo pensando en el mensaje de texto de Gilberto Vázquez. Es que en 1997 mi civilización extra-escolar estaba integrada por Mercurio, Jeans, el solemne y elegante Raúl Velasco. Luego los solemnes y elegantes César Costa y Rebeca de Alba. Era un país donde se veían incidentes como un Presidente del Partido Acción Nacional que devolvió cientos de millones de pesos a la TESOFE por considerar excesivo el esquema de financiamiento público para partidos. Hoy ese dinero se lo llevan a Miami o a Atlanta y se compran sus casotas de gringo rico. 

Y que conste que no estoy dando nombres. Puede ser Miami, Atlanta o cualquier otro lugar. Y que conste...

Es que me tocó vivir en un país donde un Presidente de la República, el señor Zedillo, mandó llamar a los dos dueños de las dos televisoras de ese entonces, para censurar, lisa y llanamente, programas tan fresas y tan chuscos como Duro y Directo, de un bisoño, pero empeñoso, Fernando del Rincón y el otro Fuera de la Ley, que con menos recursos se hacía más auténtico y creo que por ese hecho, tenía más saborcito. 

Que porque se transgredían los valores familiares más fundamentales. 
Tampoco creo que toda la televisión deba ser ver al Maestro Ricardo Garibay y a la doctora Mariapía Lombardi, hablar de William Blake, T. S. Eliot, o Daniel Defoe. Faltaba ese entretenimiento donde las familias de reunían precisamente a eso: a integrarse, platicar y divertirse en un país donde la gente que nos gobernaba, y hablo también, para bien o para mal, de los medios de comunicación, tenían una autoridad moral que hoy no se ve en ningún lado.

En defensa de Fernando del Rincón y los gemelos Brennan diré que ellos siempre fueron, no nada más fresas, sino respetuosos con sus compañeras mujeres, corresponsales o co-conductoras, compasivos con la gente que denunciaba a un vecino ruidoso, implacables con un agente de tránsito corrupto. ¿Se ve eso hoy día, cuando todos nos encerramos en nosotros mismos y decimos a mí no me importa? Además observen, que antes esos buenos chicos andaban bien peinados y rasurados. En la forma se ve un poco el fondo. Y ni por asomo hablo de una posición económica, sino de simple civilidad.

Si Pedro el Grande se diera un paseo por cualquier centro urbano de México el día de hoy, se volvería un gran recaudador de impuestos. Cien rublos por año para los boyardos. Aquí les decimos hipsters. Pero también la sociedad tiene mucha culpa ¿qué les ofrecemos? y ya olvídense de esas jaladas estilo Kennedy "no preguntes que puede hacer tu país por ti, bla , bla bla", por que esos rollos son bien fáciles de imaginar cuando tu papá ha sido uno de los hombres más ricos de Estados Unidos. Na. 
Sí hagan algo, por favor. 

No podemos dejar solos a nuestros, hoy  más que nunca desorientados jóvenes.

Es que me horroriza que en 2017 nuestros referentes culturales sean el pirata de Culiacán y Miembros al Aire.
Deben ser señales antes del fin.

¿Estamos cerca del colapso de nuestra civilización? ¿Se acerca acaso, y lo recuerda bien mi estimado amigo Gilberto Vázquez, una nueva epidemia de peste bubónica, como la que arrasó Europa en el siglo 14? Nuestro acentuado deterioro moral, político, social, tal vez lo delate. Más aún, la mezquindad humana como nunca antes se ha visto. Nunca como antes hay tanta gente que te cierra de plano la puertas en la nariz. Nunca como antes tanta gente que puede ayudarte con una llamada telefónica a conseguir un pequeño favor y solamente por ese afán de mezquindad, te dice "es que no se puede". O lo que es peor, te manda a chingar tu madre de la peor forma: no diciéndote nada.

Llegará pronto el apocalipsis de la peste, por nuestra decadencia moral y humana.

Pero si seguimos con tal nivel cultural, no habrá quien escriba una obra como el Decamerón, al menos para dejar un legado.

Bueno, yo ya me voy al bar Mentado2. Pero no canto, lo siento.
Gracias.

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