lunes, 18 de diciembre de 2017

662. *Lunes 18 de 12, 2017.

Entrada 662.
Anoche volví a ver, ahora sin mucha emoción, los minutos finales de la película Casino de Martin Scorcese. Creo que fue la última película de gran talla donde participó Robert de Niro. No ha habido algo igual para él hasta el día de hoy.
Un acontecimiento inolvidable en mi vida, y creo que también fue lo bastante importante para cambiar mi manera de verla, fue el momento en que el arquitecto Andrés González Arquieta revisaba los trabajos de antes de final de semestre. Aunque me puso un 80 de calificación, el esfuerzo que puse fue tanto (toda la noche de un sábado, empezando a las 7 p.m. y terminando a las 6 de la mañana del domingo) me dejó un tanto satisfecho.
En medio de quitar o no una serie de locales comerciales con un arreglo geométrico tal que daba dos cosas: ritmo y movimiento, porque había una repetición y a la vez un trayecto en línea recta, el profesor arrancó de tajo y con mucha brusquedad los módulos, de la maqueta a la que me había encariñado después de tantas horas de trabajar más que pensar.
De seguro él esperaba un reclamo, lo menos. Yo nada más le dije "así se ve mucho mejor". Él sonrió y le dijo al grupo: "este chico es muy político". Y fue una marca que me siguió algunos años.
En muchos momentos me dije a mí mismo qué carajos estaba haciendo tanto en el Tec, como en la carrera de arquitectura. Sí me hubiera ido mucho mejor si hubiera estudiado administración de empresas en la UNE o comercio internacional en la UAT. Con menos esfuerzo y dinero que el que me costó estudiar arquitectura en el Tec, hubiera sacado mucho mejores calificaciones y ergo, logrado un mejor empleo. 
Ser político, esto es, ser amable, paciente, respetuoso, agradable. Debo decir que eso me funcionó, sí, en un par de ocasiones de premura y peligro. 
Hoy ya nada de eso me ha servido. Rechazo tras rechazo tras rechazo en múltiples oportunidades laborales, a pesar de haber sido amable, agradable y con buena actitud hasta el límite de mis fuerzas.
Terminé enterándome de la muerte del arquitecto González Arquieta muchos años después de que ocurriera. El mismo que ganó un premio nacional por un pequeño y solemne proyecto de vivienda unifamiliar. El mismo de quien se decía que había diseñado el exótico edificio de las Suites Antaris allá por el rumbo de Cintermex, rumor nunca comprobado.
¿Y qué funciona el día de hoy? Ya no la amabilidad ni la buena actitud, nomás no. ¿Qué solución? A nadie le está yendo peor que a mí, y ya no puedo seguirle así.

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