Buscando opciones a mi redención personal. Ya me llegó el cansancio y el hartazgo. El negocio de mis padres. La falta de dinero. Los demás que levantan la ceja cuando se enteran que saliste del Tec de Monterey y ¿no que salen con trabajo y un jetta color plata? Si vieran. Ya hasta una empleada de uno de los bancos más piojosos y cutres de Ciudad Valles me cuestionó el otro día: ya vi que mes con mes estás depositando la misma (miserable y mierdera) cantidad de dinero ¿te están pagando un sueldo en algún lado?
No, pendeja. Se llaman honorarios profesionales, que tengo el derecho de ganar, y así sean la miseria que ves, tengo derecho a ahorrarlos. Será el último mes porque tarde o temprano la chamba se acaba. Así pasa cuando trabajas por tu puta cuenta, por eso digo que necesito un empleo. Fuera a pensar que son ganancias por halconear, no mames, pendeja, no fuera la miseria que ando depositando, con mucho esfuerzo, y siempre con honestidad y siempre matándome y ya no aguanto tanta desvelada y desgaste por unos pesos...
No más. Ni para una carta de recomendación me ha alcanzado. Busqué a Carlos Cruz Limón, vicerrector de relaciones con egresados y con César Godínez, director de orgullo y pertenencia. Expertos en ignorarte, el primero, y el segundo en contestar con rollos extraños. Y lo malo de todo esto es que lo que más hay es dinero, y en mi caso lo que menos tengo. Veo los estadios de futbol llenos hasta la chingada, quieres reservar en un hotel para tus padres que van a una boda a la ciudad más mierda del universo (San Luis Potosí Capital) y "no hay cuartos, señooor". Llenas las calles de la ciudad de autos que parece que no van a ningún lado a pesar de gasolinazos, gasolinazos y gasolinazos. ¿Cuándo me tocará una migaja de tanta abundancia?
Pregunto, nomás.
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