lunes, 7 de agosto de 2017

600. Obsesiones cotidianas. Lu, 07, 08-2017.

Sucede que a veces quisiera que alguien me quitara mis ideas. 
Tuve un maestro en la UDEM que en la primera clase del semestre, nos platicó que él siempre había tenido la inquietud de hacer una propuesta sobre una Metodología General para el Diseño, la que terminó desarrollando en forma de matriz, partiendo de cero prácticamente. Luego mencionó que algún tiempo después vio una idea muy parecida a la suya mientras estudiaba unos cursos de especialización en Estados Unidos. En esos tiempos en que no había Internet ni redes sociales ni nada de eso. Yo asumí, porque estoy segura que nunca lo mencionó, que su investigación sobre el tema no había sido publicada en ningún lado, y por lo tanto, hubiera sido imposible que alguien más la copiara.

Mi maestro, de nombre Andrés Garza, en lugar de continuar con su cátedra, celoso o decepcionado, se mostró entusiasmado a continuación. "Es la confirmación de que existe un subconsciente universal". Yo me la creí.

Ojalá que, en Europa o Estados Unidos, alguien pensara en esta historia. De repente llega una epidemia de gripe fulminante o un trillado virus zombie, o un pulso electromagnético temporal producto de una tormenta solar.

Así, un grupo de tres chicas y un chico, y es que mi capacidad narrativa no da para más, tienen que dejar durante varias semanas la universidad, el trabajo en una tienda de discos de vinil o en la ferretería del papá, y huir al campo, fuera de la mancha urbana, para evitar el contagio. Las chicas y el chico hablan de sus aficiones por la música, el cine, los recuerdos de los videojuegos, las vivencias del colegio, las ilusiones, las canciones del radio, verán en una cabaña remota propiedad de la chica de mejor posición económica de las tres (y de los cuatro en general) en una amplia estancia con un sillón de piel marrón, fragmentos de películas que van desde El último Boy Scout con Bruce Willis y Damon Wayans, hasta Aprendices fuera de línea, y será una crítica a la evolución social y política a través del cine. 
Claro que la cabaña será de mucho lujo. Tendrá, además de la amplia estancia y el sillón de piel color marrón, una macro televisión de plasma, y toda suerte de DVD's en todos los géneros y tiempos, esto porque la chica rica de la cabaña, es hija de un empresario que fue dueño de una cadena de videoclubes, así tipo BlockBuster.
¿Cómo le hacen para ver la tele? Fácil. La cabaña cuenta con un generador de energía eléctrica con reservas de diesel para los próximos veinte años. El refrigerador repleto de cerveza, coca light, spam enlatado, pan Bimbo de alta conservación.
Transcurren los días, las tardes, las noches, entre siestas, pláticas, añoranzas, deseos, sueños, anhelos incumplidos, películas, libros, lecturas en voz alta de párrafos de Pedro Páramo, o las crónicas de Ricardo Garibay o alguna novela policiaca de Rafael Ramírez Heredia. Nunca habrá nada sexual entre el chico ni ninguna de las chicas. Todo será platónico, ¿medieval se valdrá decir, como en la obra de Boccaccio?
Sí. Cómo quisiera que alguien me quitara esta idea de un Decamerón 2018. Con mucha tecnología, mucho qué pensar, y con un final necesariamente feliz, entre un rescate heroico de militares equipados con la más alta tecnología, el regreso de los padres de la chica rica en un Cadillac (así tipo la película Amar a Morir, es que los papás son los que siempre buscan a los hijos, no al revés) y la vuelta a la normalidad, el chico de nuevo a la ferretería paterna, la chica de la cabaña con sus amigas de su nivel social, la otra chica a su empleo de ejecutivo de cuenta en un banco, la última no sé, igual y regresó a la UDEM a terminar su carrera de Animación, Diseño Gráfico, Relaciones Humanas o Psicología Organizacional, mire, sepa usted.

Lo primero que tengo que hacer es leer el Decamerón, o algún resumen por ahí, en lo que el subconsciente universal le pasa a alguien más mi idea.

P.S. Tal vez se podrá hacer un Decamerón más light, donde los personajes pasan sus tardes / fines de semana como si realmente existiera un virus de la influenza H9000N9000, pero en realidad lo que pasó fue que la PROFECO clausuró la ferretería donde trabaja el chico, y Salubridad cerró la universidad donde estudia la niña bien porque hubo un crimen de drogas o algo así, y pues ya está, tienen mucho tiempo libre los chavos, así tipo la gran obra de la literatura italiana.

San Pedro Garza García, Nuevo León.
Camarada Tahania.

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