sábado, 15 de julio de 2017

589. Preámbulos. Sab. 15 07 2017.

Hace rato, en el intento de despacho que tengo (siquiera yo sí, no que mi pobre amigo Lalo no se decide, siempre me platica que esto y que el otro desde su base operativa en el changarro de sus padres), estaba leyendo sobre las microficciones. La más breve de todas, tal vez sea la del español Juan Pedro Aparicio, titulada Luis XIV. 

Por cierto,  ya entrados en la Madre Patria, saludos a Lalito y a la región de Almería donde se encuentra ahorita como asesor de un guión cinematográfico que pondrá a mi estimado amigo a la altura de Ingmar Bergman o Akira Kurosawa, o Fons, Ripstein, etc.

La otra gran microficción de la literatura hispánica es sin duda la del Prinosaurio ¿quién no se sabe ésa? de Monterroso. 

Otra célebre y reciente, la de Luis Felipe Gómez, El Emigrante.

Para que Lalo vea que no todo en la vida es Carlos Cuauhtémoc Sánchez. Bueno, de él no lo creo.
Yo he pensado en escribir microficciones también, y no creo que sea tan difícil, tan sólo es tener una mezcla de fe en que la historia vale la pena ser contada, ya me parezco al escritor Quentin "Q." Morewood de la película Wonderboys, y también tiene que agregarse un poco de paciencia y varios intentos de introspección, creo que está prohibido usar papel, lápiz o Ipad. Aquí va mi primer Microficción, de muchas que vendrán:

El Chilango
Ora.


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