Mi deber es abandonar mis prejuicios, las indulgencias hacia uno mismo. Aceptar los errores y dejar los pretextos. Comprender mis quejas (la falta de recursos en mis estudios de arquitectura, tal vez de otras cualidades como entender el sentido de la profesión, las limitaciones propias de mi tiempo y las mías internas).
Ya me dijo Gil que no hay que ser tan duro con uno mismo. Pasó lo que pasó y punto.
Sin lugar para la desesperanza, con mucho lugar para crecer, criticándome mucho para ser mejor, y sin tener miedo. Cada vez hay menos tiempo.
Historias de nuestras realidades alternativas.
Próximamente.
Dudas y comentarios en lalo4488@gmail.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario