sábado, 30 de mayo de 2015

Ahora sí ya me cansé, yo también.

Impresionante un cierre de campaña que a fuerzas tuve que ver. La calle Hidalgo es paso obligado hacia casa, después de un día en el negocio. ¿Qué reflexiones puedo sacar? Dispendio económico, basura, ruido, mensajes que son lugares comunes. También veo entusiasmo, sonrisas, interés. En general el balance es malo. Los políticos son para padecerse, siempre, y así es.

Sin muchas novedades. Una breve plática con Jorge Alberto sobre la firma de unos planos para un mini fraccionamiento urbano en la parte poniente de la ciudad. Jorge Alberto me dice la historia de mi vida, reflejada ahora en él "los clientes luego te quieren pagar lo que ellos quieren y no lo que vale el trabajo." Yo le agrego "los clientes luego no pagan". Pero el mal de muchos no es consuelo, no, para nada lo es.

Sigo y sigo, y pienso, en irme de esta ciudad, en abrir un despacho de una persona, en dedicarme a lo mío. Ya no podemos seguir así como andamos, y es que hay cosas que terminan agotándose y es tiempo de seguir con algo más. Estoy convencido que así es, que hay ir a otro lugar, dejar atrás nuestra historia hasta hoy y empezar ni modo, empezar, empezar.

No lo puedo creer.

Imposible de creer lo de Jaime Almeida, mi negación por el momento para este trágico acontecimiento. Lo recuerdo con mucha admiración. Conocí al Maestro Almeida en Radio Fórmula, en Monterrey. Lo que bien recuerdo de él era una gran capacidad para entretener. Luego, cuando llegué  a Ciudad Valles, lo conocí en televisión, por la misma empresa ahora en formato Tele Fórmula. No puedo dejar de mencionar su participación con Carlos Marín en Milenio Televisión, también ilustrando y sobre todo, entreteniendo muy gratamente al público en temas sobre todo musicales, aunque también incluían política, letras, historia, la vida pues. Pero pues no, no me la creo. 

viernes, 29 de mayo de 2015

Otra más.

Ceremonia de acreditación de la Sra. (sic) Rigoberta Menchú, Premio Nobel de la Paz, como Visitante Extranjero, en las instalaciones del Instituto Nacional Electoral.
Yo felicito y celebro el testimonio de gente íntegra y que ha luchado por las mejores causas de su comunidad y su pueblo, para dar fe de elecciones imparciales y justas.
Espero que el lunes le den su acreditación a Lindsay Lohan y me la manden a mi casilla, también necesitamos su testimonio.

Un proyecto de segregación, (subdivisión) donde me pidan "mismas áreas" para cada fracción. Tengo un plano hecho por un ingeniero amigo mío, y reconozco la hazaña de medir polígonos irregulares. En la escuela sobre todo, y también como fruto de nuestra formación y nuestras limitaciones, tendemos a creer que la realidad se forma de ángulos rectos. Nada más falso. 
La planeación urbana en nuestros días se parece más a romper un plato. Luego de los pedazos de ese plato roto, nos dispondremos a hacer la lotificación correspondiente. 
El problema está a la hora de medir y obtener los polígonos. Pensad en un plato roto cuando pensemos en la ciudad. No hay rectángulos y si ve uno saque su transportador a ver si los ángulos interiores son de noventa grados.
 

martes, 26 de mayo de 2015

Solamente hasta aquí.

Contento porque me cayó un trabajo muy interesante. Una casa habitación de tipo que puede decirse medio alto o incluso alto en un fraccionamiento privado de esta ciudad.
Muy contento por el aprendizaje que ha implicado, y del dinero pues no estamos hablando, porque pues no me voy a ganar mucho, desde que acepté el trabajito lo supe. ¿Cómo estuvo el día? Muy caluroso, una llamada de un proveedor, pensar en el dibujo arquitectónico, en unos cartuchos de tinta que ya pagué y  que necesito para hacer los tonos de gris (benditas sombras en arquitectura) y que quiero que lleguen ya.
Esperando lo que viene solamente, y por lo pronto, hasta aquí nada más,  ya pagué la luz en mi banco Bancomer. Cuatro mil pesos y ya dijeron que va a bajar, qué bueno. Por eso digo, que nunca sobra tener un ahorrito si no ¿luego cómo? Ora que para volverlos a juntar...

Una mañana más en la de oficina en el Corporativo de Monterrey (o San Pedro).

El chico de la UNI disfrutando un licuado de nuez y choco mil (así dice el rótulo, choco 1000) en la fondita de Doña Chu, llamada "La Fonda Doña Chu", a una vuelta del corporativo en Monterrey (O San Pedro). Los geógrafos, científicos políticos, analistas, periodistas y algunos maestros universitarios los llaman "lunares de pobreza". ¿Cómo persisten en lugares donde el ingreso es tan alto? Quién sabe pero persisten. Yo no les pongo nombre, solamente quisiera disfrutar ese choco mil.
-Son doce pesos joven, dice muy seria Doña Chu, quien después de cobrar, se lava las manos por enésima vez y regresa al guiso que va a ofrecer a mediodía.

El chico TEC (no decimos cuál Tec) atraviesa la calle neblinosa y entra a la cafetería Starbugs. El especial del día. Café Americano con galleta choco chip gigante.
El chico TEC se acerca al cajero impecablemente uniformado. Gracias por adquirir el especial del día. Son 119 pesos por favor.

Pa su.
Pa.
Su.
Ma.

viernes, 22 de mayo de 2015

¿Entonces qué?

Cosas qué comprar. Empecemos con pastillas para dormir, no adictivas como Benedorm. Luego galletas, el alimento de los campeones y los pobres. Luego compremos tiempo para pensar, pero sale caro. Una llamada telefónica que no puedo definir, la lluvia en exceso, el miedo que siento de seguir en esta ciudad. Ya no me hace feliz ni siquiera ver Halloween III que la veo anunciada en el teleguía virtual. Todo se trata del bendito tiempo. Cada vez pasa más, cada vez menos esperanza. 
Busco algunos libros sobre casas habitación para frentes pequeños, para resolver problemas de diseño muy comunes en la tipología de nuestro país. Encuentro algo y lo agrego de inmediato a la lista de deseos. Ya habrá dinero, pues. Por el momento pienso en mis galletas, el hambre que me domina. Pienso en los partidos políticos que también dominan este país, y que ya pueden más que el Consejo General del INE. Pienso en las escenografías de revancha, tan absurdas que parecen una mala copia de Tarantino, en Jalisco, el día de hoy con los 42 muertos, luego me acuerdo de los 43 de Ayotzinapa. Hasta parece a propósito, pero nada más parece.
Pienso en este país, dominado por la corrupción, la confusión y el silencio. Pienso en mi ciudad, dominada por los ambulantes, por los grupos minoritarios que nos dominan a todos: taxistas prepotentes, tianguistas que ocupan la vía pública, policías estatales bandidos, políticos ausentes, candidatos que dan lástima y rabia por su ignorancia, sus mensajes huecos, la falta de preparación, la mediocridad. Pienso en estas malas señales que dominan mi realidad inmediata y la que está más allá de Laguna del Mante al norte, del rancho Birmania al sur, de El Abra al oriente, de la Pitaya al poniente, de donde termina esta ciudad dominada por una realidad de escasez, mediocridad, insuficiencias, prepotencia, hartazgo, miedo, corrupción y malicia, dentro de esta ciudad. Afuera veo lo mismo pero con contrastes y atenuantes. Afuera veo candidatos más preparados, veo menos malicia en la gente, veo menos ambulantes, veo más ambición, más aprecio por el conocimiento, más nobleza y me pregunto por qué carajos no me he ido de aquí.
Pienso en el hambre que domina pero no hay galletas.

miércoles, 20 de mayo de 2015

Lorenzo Córdova.

Me enteré ayer en la tarde. Estaba en el Hotel Misión, comiendo unos bocoles de frijoles y cecina y naranjitas con Marco. Los detalles los supe hoy en la mañana. ¿Qué puedo opinar? Solamente darle toda la razón a Don Lorenzo, a quien le agradezco la lección de vida que nos dio el día de ayer por cadena nacional. "Si no te tomas las cosas con cierto sentido del humor, vas a terminar yendo con el psiquiatra".
A veces el estrés nos gana, y creo que va directamente proporcional a la edad que tenemos. Lorenzo Córdova es muy joven, tiene 43 años (espero ganar el sueldo de él cuando tenga esa edad) y pues el estrés ganó en esta ocasión. Así es la vida y es todo lo que se puede sacar de este incidente anecdótico. Ánimo, mi buen, que la opinión pública en México tiene una memoria de muy corto plazo.
Sigamos disfrutando de los distractores de la Secretaría de Gobernación, para dejar de pensar un rato en la pobreza de las campañas, en la carestía de la vida, en la inseguridad insoportable, en la corrupción de gobernadores, presidentes municipales, diputados y demás fauna nociva.

sábado, 16 de mayo de 2015

La lectura y el trabajo y los preparativos.


Se me va el tiempo en pagos a proveedores (depósitos bancarios, pues) dormitar en las noches de calor y de ruido de los antros alrededor de la casa, es la zona centro. Se me va el tiempo en pensar en los pendientes que siento que tengo pero que no logro dilucidar. El tiempo se va también en ver el canal Investigation Discovery, el CNN en español, el TNT Series (increíble la serie Rizzoli and Isles). El tiempo pasa, se va, en lamentarme, arrepentirme, mentar madres y pensar ¿qué hubiera sido si...? y le pienso y le pienso.

Leyendo Soldados de Salamina de Javier Cercas, muchos nombres, la historia de un país que todavía, como yo, le piensa a algo que ya debe dejar atrás, pero será por aquello que dicen que el que no recuerda su historia...
Pénsandole en mi encargo de parte del abominable Instituto Nacional Electoral, "sorteado" como funcionario de casilla, y a poco, le pienso, que sí puede pasar lo de la lotería de Babilonia de Jorge Luis Borges. Entre nos, lo del sorteo es puro cuento, estoy seguro que hay algo más. Igual se están burlando de mí, como de los estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos, a los que siguen buscando los capacitadores asistentes electorales del INE en sus casas. Y luego dicen que Kafka ya se nos fue, no, para nada. Ya me imagino.

-Señito, que le diga a su hijo, que se reporte, que nos llame por teléfono, salió sorteado de funcionario de casilla, tiene que cumplir con su obligación.
-Si fue el Estado. Además aquí en el rancho ni teléfono hay, joven.
-No hay lugar para negarnos, señora. Dígale a su hijo que tiene que cumplir.
-Fue el Estado. Me lo desaparecieron.
-Mire señora, la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales y la Constitución son muy claras: Las funciones electorales son obligatorias.
-Vivo  se lo llevaron...
-Le voy a dejar un recordatorio. Yo paso la semana quentra, y déjele recado a su hijo.

Total, que a mí no me salgan con que me van a reemplazar. Yo ya tomé mi curso de inducción, la capacitación de parte del CAE (un joven de nombre Lorenzo, muy inteligente y preparado eso sí) y no quiero sufrir otra burla más del INE.
Porque sí me consta que unos días antes de la jornada electoral, llegan dos funcionarios de la oficina del vocal secretario-ejecutivo del INE y te dicen "usted ha sido reemplazado pero agradecemos su compromiso con la democracia nacional".
¿Y luego con quién me reemplazan?
"Es que hubo otro sorteo" "Es que hubo un error" "Es que a nosotros nomás nos dicen que le avisemos" o alguna otra respuesta kafkiana. 
Mi obsesión con el gran autor no está de más. Ya se me pasará. Habrá algún distractor del Estado que la reemplazará.  Algún avionazo, la película de Verástegui, el arresto del lugarteniente o el jefe de plaza o el operador financiero, la frase célebre de algún candidato o candidata con nivel intelectual de conductor de Venga la Alegría. Algún distractor que reemplace mis obsesiones actuales, mis resentimientos y mis miedos. Tal vez Alice Munro, tal vez Jean Marie LeClezio, tal vez Hemingway  (¿todavía?).

lunes, 11 de mayo de 2015

Un cuento.


Para Paco y Gilberto Vázquez, con cariño, por tantas batallas juntos en esos días nublados en el TEC.


El Aspirante.

      Llegó un poco antes de la hora. Sabía que tenía que recorrer un camino empedrado, a pie, de unos doscientos metros de largo, cuesta arriba, desde la parada de autobús en la carretera sin tráfico, rodeada de árboles y más árboles. A lo lejos vio la construcción. Un bloque de piedra gris, con ventanas pequeñas en cristal ahumado, de tres niveles de altura. Una torre cilíndrica, ésta de al menos seis niveles, vista de frente estaba a la izquierda del espectador. Al lugar le decían El Castillo. Unos pasos antes de llegar a la enorme puerta de madera oscura en que terminaba el camino empedrado,  vio unas casas pequeñas, todas de una planta, techo a dos aguas y pintadas de blanco, de aspecto silencioso y agradable,  donde vivían  los trabajadores, pensó. Saludó a un hombre de mediana edad en overol que entraba a una de las viviendas. El hombre lo miró con desdén. Luego apresuró el paso y entró a la casita en silencio, dándole la espalda y sin responder al saludo. Él bajó su mano y entonces se acomodó la corbata. A continuación miró su reloj de pulsera. Justo a tiempo. Se aclaró la garganta  y antes de tocar la puerta del castillo, esta se abrió ante él. Un empleado que vestía camisa azul pálido y pantalón ámbar lo saludó con frialdad. "Bienvenido. Pase. Por el pasillo de la izquierda al final". Asintió con la cabeza, sonrió cálidamente pero no habló, y rápido obedeció la instrucción del administrativo. El pasillo era de baldosas en gris claro, aquí y allá un foco ahorrador, las paredes y  el techo encalados, lo que daba más claridad y amplitud al espacio. Tocó la puerta al final del pasillo y una voz fuerte respondió al otro lado "Abra la puerta y tome asiento por favor". Él entró con rapidez y cerró la puerta tras de sí.
La oficina era pequeña, escasamente amueblada. Un escritorio de formica en blanco, una silla para visitas, un archivero en color verde, nuevo. Una ventana que daba a un jardín de pasto bien cortado poblado con naranjales. Acercó a continuación la vista al escritorio y apreció una foto enmarcada, tomada desde lejos, el hombre detrás del escritorio de cuerpo entero, en pantalón de mezclilla y camisa de mangas cortas, un día muy soleado en medio de la Muralla China. Algunos turistas le daban la espalda. Ahora lo vio de cerca. Entre ambos había un identificador triangular en color plata donde se leía "Franz Kafka, Director RH" en cursiva negra. El hombre detrás del escritorio era de complexión pequeña, de pelo relamido, ojos inquisitivos y grandes, semblante frío y reflexivo. Vestía un saco negro y una camisa blanca sin corbata, impecables. Volvió a hablar "Bienvenido a la entrevista". Luego alzó un folder, y el aspirante adivinó que era el expediente que había mandado meses atrás al Castillo.
"Y bueno, dígame ¿quién es usted?".
El aspirante frunció el ceño, luego miró por un segundo o dos al entrevistador y respondió "Mi nombre es Josef K." El hombre detrás del escritorio volvió al expediente y lo hojeó otra vez. Luego cerró el folder color manila y lo miró a los ojos, de nuevo la vista al folder cerrado que finalmente  hizo a un lado. "Le pregunté ¿quién es usted? Su nombre es irrelevante. Lo siento. Ha fracasado. Que tenga un bonito día". Se levantó y le tendió la mano al aspirante. Él correspondió el gesto y estrechó su mano fría y huesuda. Ambos sonrieron. Luego el entrevistador alzó la voz encima del hombro del aspirante. "El que sigue, por favor". Josef K. cerró la puerta tras de sí, antes de escuchar una tos leve, seca, que tal vez quería esconderse.

Entonces, en medio del desconcierto y la rabia, se dio cuenta que el pasillo estaba vacío.

martes, 5 de mayo de 2015

Un deseo y una historia de la oficina.


No leí a Franz Kafka sino hasta que estuve estudiando mi carrera profesional en Monterrey. Sin embargo, ya sabía de él desde mis años de preparatoria. Me intrigaba su fotografía, los títulos de sus obras, su nombre mismo así sonoro y misterioso. No sabía de él muchas cosas, por ejemplo, que sus novelas "El Proceso", "El Castillo" o "Amérika" no las concluyó el escritor. Que le había pedido a su amigo Max Brod (que conoció en la Universidad) destruir los manuscritos que no había publicado, que eran la mayoría hasta el día de su muerte. Afortunadamente el buen amigo Brod no hizo caso. Otra cosas que ignoraba era que Franz Kafka era de ocupación oficinista, administrativo de una aseguradora para ser más preciso, y que su situación económica podría decirse era de un nivel medio alto.
Otra cosa que desconocía de Kafka era su precaria salud. Falleció demasiado joven (cuarenta años) y en malas condiciones, debido a la tuberculosis, una enfermedad en aquellos años muy díficil de curar debido a que no se habían descubierto los antibióticos.

Dicho esto, me hubiera gustado ser Franz Kafka, eso sí, con buena salud y mucha longevidad. Me hubiera gustado ser un escritor así como él, gran narrador de historias fantásticas e intrigantes. Pero llega el día en que uno se da cuenta que no se puede dar más. Con lo que me conformo es con un empleo, así como el de él. Que deje para pagar la renta y pasarla bien una media hora en algún cafecito con el amigo Brod o con las muchas amigas y novias que tuvo el maestro Kafka.
Pues sí.  Eso de que "si me dicen que no se puede tengo que responder con más esfuerzo y más entusiasmo" son en parte, tarugadas. Lo que no se puede, no se puede, y hay que buscar vivir la vida como una la merece y quiere vivir.
Hay algo, algo, que se llama realidad.


La licenciada Jill habla en voz alta, tal vez muy alta, en los pasillos del corporativo en algún lugar de Monterrey (O San Pedro) "¿Quíeeen me acompaña a Starbucks?"
En eso, a la vuelta le sale el chico de la Uni. La licenciada Jill hace carita, y entonces vuelve a decir en voz alta, ya no tan alta "Ahorita vengo, ¿eh? no me tardo. Ahí les encargo". Se da la media vuelta y sale sooola, a atravesar la calle neblinosa. Al otro lado está el Starbucks.

Es la vida del chico de la Uni. Puros desprecios y pura soledad. 
Con él me siento más identificado que con el chico TEC.

Anuncio una ausencia de este blog. Nos veremos después del 11 de mayo de 2015.

1 010. ¿Qué será?

 1 010. Nada. Así de sencillo. Ten paciencia, que algún día saldrá algo bueno para ti. Así me dijo Héctor Flores Azuara en un mensaje de tex...