viernes, 26 de junio de 2015

Un cuento, así nomás.



Para Mario, con mucho afecto.


Allí.



Javier sale de la oscuridad de la noche.  Entra en la penumbra de un bar que huele a húmedo, a cerrado, a la cerveza de siempre. La rocola al volumen mínimo, escucha los lamentos vueltos música. Toma una silla y enseguida llega ella, le sirve una cerveza helada. Ella, que trae puesto un vestido entallado, de flores, ceñido a su cuerpo delgado, frágil, la piel morena, quemada, bajo la débil luz del foco al centro del techo de lámina, luz mortecina a punto de apagarse. El cabello sujeto en cola de caballo, algunas hebras sueltas que dan cuenta del paso de la noche, del cansancio. Javier la ve alejarse a la barra de madera quebrada, que cruje nadamás de apoyarse en ella. El hombre de la barra le dice unas palabras incomprensibles. Javier los ve a los dos. Luego a ella, que se dobla de espaldas para acomodar las botellas vacías que el tiempo va dejando, que hay que contar. Ella va al baño, el único, y segundos después sale con un paño húmedo. Las sillas desperdigadas las va pegando a las mesas vacías, hay que limpiar las mesas, recoger las colillas de cigarrillo, hay que perderse en la casi inaudible melodía que sale de la rocola en la esquina. Hay que esperar nuevos clientes. Ella ya lo conoce. Ya lo ha visto. Javier pretende que la mujer ya no está. Se dirije a la barra, los dos hombres se pierden tras una cortina sucia, a rayas. Ella odia la noche. Limpia las mesas, acomoda. Espera algún comensal que no llega.

2 comentarios:

  1. De tu cuento:

    La penumbra es la gran protagonista, que nos hace buscar en el recuerdo las esquinas oscuras, los escorzos del bar y de los personajes, que se nos escapan, que sólo el autor sabe o que apenas adivina. Dos símbolos me dejan pensando. Las flores en el cuerpo de la mujer parecen ser la promesa de la vida libre o natural. Las rayas y la suciedad de la cortina en cambio parecen el anuncio del desastre, de la opresión que viene.

    Si soy ese Mario, muchas gracias por la dedicatoria.

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  2. Sí Mario y gracias por tu atención a este humilde esfuerzo. Dos que se pierden en la trastienda, que pueden ser tantas cosas. Ella que simula y que se empeña en que nada ha pasado, que sigue en lo suyo. Es que vivimos una realidad de simulaciones y disimulos. Pero es una historia más de tantas noches en tantas noches y tantos lugares. Habrá más lugares qué ver y más noches sin duda.

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