miércoles, 25 de marzo de 2015

Sorpresas te da la vida.


Acabo de aprender que nunca se deja de aprender. Una nota en el periódico local de un mexicano especializado en mecatrónica, con maestría y doctorado en Alemania, ahora nacionalizado en aquél lejano país europeo.
Él recuerda en la entrevista que le hace la agencia de noticias, que su madre le decía constantemente, que si no estudiaba iba a terminar de barrendero con los empleados del servicio de limpia. Valga decir que ésta última es una ocupación noble y decente, pero el mensaje se entiende totalmente: una madre preocupada por la educación de un hijo que ha llegado a los más altos niveles. Nuestro connacional fue galardonado como Académico del Año en Alemania, la cuna de tantos científicos, como Einstein, o Von Braun. 
Entonces ahí sí tengo ejemplos, y podré dar muchos otros, de gente que ha ido a Estados Unidos, a hacer maestrías en todas las áreas imaginables. Y entonces, me doy cuenta, que el proceso del estudio no se acaba nunca, y que el límite para lo que podemos lograr es el cielo mismo.
Entonces hay que prepararse, y no dejar nunca ni de estudiar ni de trabajar. Estudiar está más fácil, porque da coraje admitirlo, pero no hay chamba, pero ya no me quiero enojar. Al menos no por hoy.

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