jueves, 13 de noviembre de 2014

Desesperación.



Para la posteridad. El día de hoy fue muy frío aquí en Ciudad Valles.
Tuve que echar varias vueltas para pagar una actualización de un pago de seguro social de mi padre. En HSBC no había toner para imprimir la actualización. En Scotiabank no aceptan memorias USB para imprimir la línea de captura. En Banamex me mandan a servicio a clientes y una señorita muy seria me entrega en la ventanilla la hoja y la memoria. Cuando pude hacer el pago, me puse muy feliz.
Van y vienen los pendientes. Una llamada de Marco para algún trabajo que se pospone un día. Pero aún así, el balance es de  pocas cosas a mi alrededor, que espero sean preludio de alguna mejora o que habrá muchas cosas más para hacer.
Quisiera en serio que hubiera muchas cosas que hacer. La monotonía me está cayendo pesada. La realidad me atemoriza: el panorama es sombrío y no se ve mejora alguna. La calma es mi mejor aliada, ni modo. Confío en que el trabajo y la serenidad si no sacan adelante, si ayudan en el inter.
¿Qué será? Pienso en la redención, mientras camino de la casa al negocio de mis padres, o de la casa al Arteli o al OXXO, o cuando escribo estas líneas. Quienes pensamos en la redención hemos cometido muchos errores y omisiones. Pero en estos días fríos ni espacio para pensar en las oportunidades perdidas. Dejemos espacio por mientras, a la sopa maruchan, para aguantar el frío.
 
Lado B.
 
¿Alguien le cree a la prole envidiosa de Carmen? ¿Por qué tanta saña y tanto cuestionar al Presidente y su gobierno? La prole como ella no sabe valorar las reformas que sin duda sentarán las bases para un mejor país. Aparte Peña salió del Tec de Monterrey. Se merece esa casa y más. Para eso estudió.
Chingado, me da coraje que tengamos que aguantar los infundios y la envidia disfrazada de periodismo de esa señora Doña Carmen la prolenvidiosa.

Bueno, para los idiotas, estas líneas son puro SARCASMO. Es cierto, el periodismo en este insufrible país, no se puede ejercer.
 

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