lunes, 27 de mayo de 2013

¿Cuál es mi perdición?


En una ocasión vi a al arquitecto Ricardo Legorreta en televisión, mientras era entrevistado en off, en un programa del Canal 22 de la UNAM, mientras decía que los libros eran "su perdición". La manera en que lo dijo, entre risas y una expresión de un ligero susto en su rostro, me hizo sentir un poco angustiado. Con el gran respeto y admiración que le tengo, sentí el deber de buscar un significado en sus palabras y su cara. El ochenta por ciento de la comunicación es no verbal, según alguna clase que llevé en el Tec, en las áreas de calidad e ingeniería de productividad (más precisamente el autor de esa atinada afirmación fue un compañero de estudios en el contexto de esas clases). Los libros fueron la perdición de Ricardo Legorreta. Lo que me preocupa ¿acaso no ganaba suficiente dinero para que le alcanzara comprar libros? ¿gastaba más de lo que ganaba en libros?
Acabo de ver en Gandhi el libro Napoleón, de Emil Ludwig, en doscientos dos pesos más gastos de envío. No me atrevo a comprarlo porque no he ganado lo suficiente como arquitecto esta semana.
Que pena siento por mi profesión. Acaso sea un reto para estar cada vez más y más comprometido con ella. Es que es cierto totalmente lo que dijo en esa entrevista el maestro y arquitecto Legorreta. El ser humano suele tener, por naturaleza, perdiciones. A mí me apena, querer comprar libros y no tener el dinero suficiente para adquirirlos. Me aguanto los deseos. Hay que suprimirlos y así se suprime el sufrimiento en acuerdo con la filosofía budista.  No deseo, creo que ningún arquitecto desea que nadie sienta lástima por él. Pero si la perdición de uno de los más grandes de la historia de la arquitectura en México eran los libros ¿Cuál es entonces mi perdición? Hay que hacernos en algún momento esa pregunta, y reflexionar de qué queremos  y cómo lograrlo. La mayor parte de las cosas en la vida no son importantes y son las que cuestan dinero. Ni hablar. Cómo hubiera querido que la perdición de un gran arquitecto fueran los autos BMW, Mercedes Benz, los zapatos de Hugo Boss, las camisas Polo by Ralph Lauren, los videojuegos de PlayStation, los relojes Tag Heuer o Mido, las noches de Acapulco en el Baby O. No pierdo mi admiración ni el deseo de algún día llegar a ser un poquito como él, y así contribuir a una mejor profesión y un mejor entorno habitable para mi ciudad, mi país. No dejo de pensar en la dura realidad económica que enfrentan los arquitectos hoy día, cuando uno de sus grandes dijo que su perdición no era nada  más caro que... los libros.
Y mientras tanto espero juntar mis doscientos dos pesos para comprar Napoleón de Emil Ludwig, es que así como van las cosas...

PostScript.

Saludos a un buen lector y amigo del estado de Veracruz.


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